DATE:
2017-10-23
UNIVERSAL IDENTIFIER: http://hdl.handle.net/11093/848
SUPERVISED BY: Moraza Perez, Juan Luis

UNESCO SUBJECT: 6203 Teoría, Análisis y Critica de las Bellas Artes
DOCUMENT TYPE: doctoralThesis
ABSTRACT
"La retórica de la pureza, la transparencia, el vacío y la nada" indaga en la detección de
algunas de las ideas recurrentes a través de las cuales se ha interpretado la Modernidad y la
Postmodernidad, para averiguar el andamiaje de construcción de la realidad que vertebran.
Las democracias contemporáneas no implican eliminación de la disensión ni evitan la
tendencia del poder al autoritarismo. Las lógicas de dominación dependen de una logística de
los símbolos. Los sistemas simbólicos diseñados para para dominar lo indominable y ordenar la
realidad se han ido perfeccionando progresivamente hasta su casi total invisibilización. Y todo
ello se produce mediante una estrategia con apariencia de generosa apología de libertad.
Tras la absorción continuada por el orden institucional vigente de las estrategias transgresoras
de las vanguardias del siglo XX, los discursos vinculados con lo sagrado y lo espiritual de los
que tradicionalmente se habían apropiado entidades históricamente autoritarias e incorpóreas,
son enarbolados por la misma Modernidad que había cancelado cualquier resonancia
trascendental. La postmodernidad sentencia después la muerte de los grandes relatos pero
quizás la ausencia de relatos es el gran relato. En ese proceso de crisis de la realidad
homogénea, ¿cómo se tejen los constructos legitimadores cada vez más sutiles y sumergidos
que el Estado seductor pone en juego?
Las exigencias estéticas de pureza lingüística, de pureza en las artes, ¿de dónde vienen
esas ideas? La mezcla de elementos procedentes de distintos códigos, disciplinas,
culturas...etnias, ¿por qué produce un sentimiento de ultraje? ¿El ornamento es un crimen?
¿La forma sigue la función? ¿Menos es más? ¿Cómo se articula este discurso en un mundo
donde lo distinto ya no es distante? Desde aproximadamente la segunda mitad del siglo
diecinueve, el ornamento ha sido sometido a críticas sin precedentes. Pero el elemento
forcluído, retorna constantemente, desafiando el dogmatismo purista. Finalmente, desde el
punto de vista de la postmodernidad, el ornamento no es un simple suplemento, sino la
expresión de una fuerza vital.
La pureza y sus implicaciones teológicas y también su versión secularizada como negación de
lo accesorio, de lo innecesario, como proceso de ascesis que conduce a la pureza reificada de
la técnica moderna. Ambos estadios están interconectados y no son contradictorios.
La transparencia, la ficción de que no hay nada oculto, de que todo se ve, es uno de los valores más difundidos en el mundo globalizado.